Por fin, esta insigne estirpe de sabios, cultos, humildes y trabajadores por el bien común que nos gobierna y nos desgobierna se ha puesto en la piel de los millones de parados que durante los últimos dos años se han quedado sin trabajo. Por fin, se han unido a ellos. En un gesto sin parangón han decidido dejar de trabajar. Alguno quizá me preguntaría si es que han trabajado en algún momento. Sí, hombre sí, no seas malo. Su trabajo es esforzado, brillante, innovador, desinteresado y, por supuesto, en servicio de la sociedad. Se podría decir, sin ninguna concesión al error, que su trabajo es por amor al arte.
Fíjense hasta qué punto llega su solidaridad que han decidido por unanimidad -¡toma ya! ¡sin disensión, sin peleas parlamentarias, sin un quítame allá esas pajas!- ponerse en la piel de esos millones de parados y dejar de trabajar una temporadita. ¡Bah! ¡No puede ser! ¡Tú estás soñando! Que sí, hombre, que sí. Que no van trabajar ni en julio ni en agosto. Volverán a sus escaños allá por el mes de septiembre.
El Reglamento de Congreso es claro: El Congreso se reunirá anualmente en dos períodos ordinarios de sesiones, de septiembre a diciembre y de febrero a junio.
En otras cosas no lo harán, pero en este aspecto siguen al pie de la letra las palabras evangélicas de hacerse como niños. Incluso van más allá, porque en sus vacaciones yo creo que empalman las fiestas de Navidad de los niños, las de la semana blanca, las de cuaresma, la del entierro de la sardina, los sanfermines, las fallas, y… pongan ustedes las propias de su tierra, que acertarán.
Dejaremos para otro momento los días de trabajo efectivos durante su “etapa lectiva” porque eso sería para empezar a contar y acabar llorando. No sé si de envidia, impotencia, incredulidad o rabia. Pero llorando.
Como estos pobrecitos apenas cobran por su trabajo y su esfuerzo mental es tal para distinguir cuántos dedos ha levantado su pastor, perdón, portavoz de turno cuando les indica el botón que deben pulsar, necesitan descansar su cerebro y sus dedos pulsadores. No vayan a estresarse.
Nosotros, la chusma, los improductivos, los que no tenemos esa gran capacidad intelectual, nosotros, que no hacemos ese inmenso esfuerzo dáctil, como mucho un mesecillo anual. Porque somos una panda de insolidarios, que en estos momentos tan duros para los que no tienen trabajo no dejamos de trabajar. ¡Menudos egoístas!
Ya ven, estos Señores Diputados, tan preocupados por el prójimo y, en cambio, nosotros, si hiciéramos caso a las Cajas de Ahorro, trabajando hasta los 70. En cambio ellos, desinteresados Próceres de la Patria, unos añitos… y a jubilarse tan ricamente con la máxima jubilación. Que no quieren acaparar trabajo, hombre.
¡Si es que somos de lo que no hay!
Podrán encontrarme en mi nueva página:
http://labolsaderomano.es/
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martes, 30 de junio de 2009
Por fin, los políticos se solidarizan con los millones de parados
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